11 de marzo de 2016

¡NO NUCLEARES! ¡NO MINAS DE URANIO! ¡NO CEMENTERIO NUCLEAR!

Fukushima+5: ¿hemos aprendido las lecciones de esta catástrofe?


Ecologistas en Acción recuerda el catastrófico accidente de Fukushima en su 5º aniversario. La organización cree que en el Estado español no hemos aprendido las lecciones de este accidente.
El día 11 de marzo se cumplen cinco años del accidente de la central de Fukushima-Daiichi. Un terremoto seguido de un tsunami destrozó los sistemas de refrigeración y de alimentación eléctrica de las centrales: se produjeron tres grandes explosiones de hidrógeno en los reactores 1, 2 y 3, y un incendio en la piscina del reactor número 4. A pesar del tiempo transcurrido, la situación sigue sin controlarse y aún no se puede entrar en los reactores, que están fundidos total o parcialmente, por el alto nivel de radiactividad.
El estado de los reactores se ha conocido mediante la medida de la emisión de muones, una partícula que se produce en la fisión y se detecta en rayos cósmicos y grandes aceleradores. Lo más probable es que haya que construir sarcófagos que los cubran para preservar al mundo de las emisiones y que la zona cero de Fukushima sea como la de Chernóbil.
La descontaminación que el Gobierno japonés está realizando para permitir que las personas puedan volver a sus domicilios resulta insuficiente porque el nivel de tasa de dosis radiactiva permitida es de 20 mSv/año. Es un nivel demasiado alto, que se puede comparar con los límites para el personal profesionalmente expuesto: 50 mSv/año, con un máximo de 100 mSv en cinco años. Pero con la salvedad de que la población general no cobra peligrosidad ni está sometida a controles médicos, así como de las dosis recibidas, a diferencia de las personas trabajadoras de la industria nuclear.
Además, se ha renunciado a descontaminar las zonas boscosas en las que se han encontrado puntos calientes con más actividad que ese límite radiactivo. Las incidencias de la radiactividad sobre la mortalidad y la salud de los habitantes de la zona se verán en toda su intensidad en un par de décadas. De momento, el número de cánceres de tiroides en los más de 300.000 niños de la prefectura de Fukushima ha aumentado sustancialmente y se ha multiplicado por un número que oscila entre 15 y el 50, según diferentes cálculos.
En estos cinco años, el principal problema ha sido luchar contra la constante fuga de agua radiactiva al mar. La contaminación radiactiva del lecho marino y de las especias piscícolas y la flora marina es un hecho sin precedentes. A lo largo del tiempo se irán conociendo los efectos de esta contaminación. Para Japón está resultando extremadamente traumático, pues un país volcado hacia la pesca y el consumo de algas es muy común.
Los costes del accidente superan los 80.000 millones de euros, según un estudio de dos universidades japonesas. El protocolo de París, que regula las indemnizaciones a realizar por los propietarios de las centrales, ha fijado el techo de entre 750 y 1.200 millones de euros, lo que resulta irrisorio.
Para Francisco Castejón, portavoz de Ecologistas en Acción: “En España no hemos aprendido las lecciones de Fukushima. El CSN todavía se está planteando la reapertura de la central de Garoña idéntica al reactor número 1 de Fukushima, que empezó a funcionar en el mismo año, 1971. Los planes de emergencia nucleares no se han reformulado todavía para tener en cuenta las lecciones de aquel accidente y las llamadas pruebas de estrés no han sido suficientemente rigurosas".
El accidente de Fukushima introduce una nueva variable en las consideraciones sobre seguridad nuclear: se produce por un suceso externo a la central. Es evidente que no se pueden prever todos los incidentes externos que pueden dar lugar a accidentes, por lo que no se puede garantizar la seguridad al 100%. "Dada la incertidumbre y el riesgo, lo más sensato es proceder al cierre escalonado de las centrales nucleares, sobe todo teniendo en cuenta que existen alternativas más limpias y seguras", ha concluido Castejón.



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