6 de julio de 2022

PREGÓN FIESTAS BOADA 2022. D. MANUEL DÍEZ ELCUAZ

     Querido pueblo de Boada, y amigos. Quiero en primer lugar, aunque suene a tópico,  agradecer a la Corporación municipal, a nuestro Alcalde, el inmerecido honor que ha supuesto para mí compartir con vosotros un momento tan señalado: el de pregonar las Fiestas locales. 



    Un pregón es un anuncio de lo que se ha programado, de lo que va a suceder, a un grupo de personas reunidas.    Pero antes de entrar en materia, tal vez sea conveniente recordar otras veces en las que la gente de Boada se reunió para otras celebraciones.

    Una de estas celebraciones debió de producirse para despedir a una vecina de Boada de tiempos antiguos, que vivió en la dehesa de Porciones. Se llamaba Mentina; era hija de Ambino. Sus nombres no eran romanos sino hispanos; en Traguntía vivió otra mujer también llamada Mentina, por lo que era un nombre corriente en aquella época. Aunque hispana, la inscripción de su estela fúnebre seguía una tradición típicamente romana: “sit tibi terra levis”, séate la tierra ligera. Se murió con diez años; ante una tragedia como esa, los vecinos se debieron reunir con los padres para llorar la pérdida.

  Pero la reunión más importante de nuestra historia debió suceder allá por el siglo XII. Durante la Repoblación medieval vinieron gentes del norte que tuvieron que dar un nombre a la aldea que crearon. Tal vez entonces decidieron llamarla con el latinajo “bovata”, que significa “terreno para pastar el ganado vacuno”, y de ahí Boada. Pero tal vez estas gentes del norte procedieran de otros lugares de Palencia o Burgos también llamados Boada, y decidieron dar el nombre de su lugar de procedencia a la nueva aldea que fundaron. En cualquier caso, establecieron un parentesco nominativo, conscientemente o no, con otros Boadas y Boadillas que encontramos también en Madrid e, incluso, en Cataluña a través de la forma “Boadella”. Y una de las primeras decisiones que debieron tomar fue decidir cuándo celebrar las fiestas, algo que no ha cambiando a lo largo del tiempo. No sabemos cómo eran las fiestas en los tiempos más antiguos, pero sí sabemos cómo fueron las de 1930 porque un periodista lo escribió en un periódico. Así sabemos que el primer día (el día 15 de junio) hubo cohetes y pasacalles con una banda contratada, antes de la misa y procesión. Por la tarde, partidos de pelota, baile en Las Eras y teatro.  Al día siguiente (día 16 de junio), hubo partidos de pelota, carreras de bicicletas, baile en Las Eras y por la noche cohetes para despedir las fiestas. Como vemos, no eran tan diferentes a las de ahora, pues las necesidades los gustos de las personas no han cambiado tanto.

    Es el momento de compartir con nuestros mayores y jóvenes, con todos los vecinos y forasteros, el placer de unos días festivos ganados con el pulso de esa laboriosidad que honra a Boada.

   Durante dieciséis años he compartido con vosotros las fiestas, las tradiciones, y las  costumbres,  así como diversos actos que a lo largo del año se celebran.

    Permitidme deciros, tan sólo, que continuéis con vuestro camino de progreso, con vuestra ansia de prosperidad, pero sin ignorar vuestras raíces. Las mismas que se hunden en los campos y que han forjado, al igual que las de vuestras vidas, vuestra propia manera de ser, tan noble y firme como el ganado que pasta por estas tierras.

   Hoy en día que todo se globaliza, en que ser ciudadano anónimo del mundo prevalece sobre otros conceptos, en que viajar y conocer los rincones del planeta capta el interés de las personas, … hoy en día …. Tiene más sentido aún tener un rincón emotivo y geográfico, donde refugiarse para cargar pilas, para encontrarnos con nosotros mismos,  para ver más clara la trayectoria y el sentido de nuestra vida. Para muchos de vosotros ese refugio es Boada,   Combinar la tradición con la modernidad es la más sabia aspiración que puede anhelar el hombre. No os dejéis llevar por el ritmo frenético que deshumaniza. Regresad, de cuando en cuando, a la placidez de un pasado que tuvo cosas buenas y perpetuadlas en vuestros descendientes.

  Recuperad el talante afectuoso y sabio del que hicieron gala hombres de este pueblo, en esencia, intentar dar vida a esta “España vaciada”, volved a la tranquilidad del paseo hacia donde estaban  situados esos parajes, donde tantas parejas se conocieron en el camino y tal vez, un día se enamoraron. Reinventad el ir al pozo de beber  para poder convivir,  comer y beber.

   Sé que este deseo no es mucho pedir para la firmeza de este pueblo. Y ello es así porque el evento que hoy nos convoca no es otra cosa que una lúdica síntesis de tradición y modernidad. La misma que en el duro trabajo cotidiano os singulariza respecto a vuestro entorno.

    Son nuestros trabajadores del campo; jornaleros en lo ajeno, agricultores y ganaderos en lo propio, quienes forman esa primera  columna que nos sostiene. Que como decía mi suegro, obrero en esta localidad, gente de corazón noble, de espíritu tenaz, labrados a golpes de una fatiga que se tiene, pero que no se dice. Gente que se crece en el dolor y que aprendió y enseña con la broma y el ejemplo.  Unos afilaron sus hoces en las mieses de estos campos en épocas más duras que la actual y otros afilan las cuchillas de los arados y rejas que ponemos en nuestros tractores y casas hoy en día. Otros, aunque jóvenes, mantienen vivos la tradición y el deseo de trabajar las tierras familiares; ellos tendrán que apostar por la calidad de nuestros productos a costa de la cantidad, ellos tendrán que asociarse para reducir costes y ser más competitivos, ellos tendrán que hacer un esfuerzo de creatividad e imaginación en la búsqueda de nuevos mercados, si quieren ganarle el pulso a un futuro que se presenta incierto. Podrá faltarles el apoyo de gobernantes preocupados de otros temas, pero no de un pueblo como Boada  que no olvida quién lo sostiene y quién lo alimenta.

     Esta tarde, Boada, está ya de fiesta y nosotros, cuando finalice este acto, vamos a salir a su encuentro a compartirla con todos, con una copa, con un saludo, con una sonrisa, con un deseo de felicidad.

     Estos días, al menos, seamos dichosos, porque tenemos la suerte de ser o vivir en un lugar de buenas gentes, lleno de luz y color, de tener  horizontes planos, rodeado de cerros de robles y encinas y  que se llama Boada.

Que el mejor pregón es el silencio, y que el silencio es tan nuestro como el aire. Silencio que ha de romperse es mejor que lo haga el bullicio de nuestras fiestas. Por eso,  he de callarme.

¡Viva Boada!


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