Vitigudino, ¡ay!, tierra de nadie
Cuenta Manuel Moreno Blanco, en su libro La Gudina, que, allá por el año 860, el rey Alfonso III, el Magno, estableció la frontera cristiana en el Duero. Desde aquí, hasta la Sierra de Gata y los puertos que daban paso a territorio de moros, todo era tierra de nadie. “La tierra de nadie”, escribe, “servía de refugio a los que por cualquier circunstancia encontraban dificultades para vivir en alguna de las sociedades circundantes”. Una ingeniosa forma de decir, verdad, que aquellos predios eran refugio de pillos y maleantes. “Los que huían de la persecución más o menos justa de la autoridad constituida, los repudiados por su sociedad de origen; incluso los aventureros robinsones, voluntarios amantes de lo imprevisto y no aptos para someterse a la monotonía de la vida social, tenían allí ancho campo para gustar de la libertad sin ataduras sociales”, continua, Moreno Blanco, relatando. Es decir, que no había mal bicho que se preciase, de uno y otro lado de la frontera, que no encontrase refugio en estas tierras de Ciudad Rodrigo, Vitigudino, Lumbrales…, por citar solo a algunos de los pueblos que, luego, una vez conquistado y repoblado el territorio, serían importantes. Esta situación duró, más o menos, según el citado autor, hasta el año 1070 en el que el rey Alfonso VI de Castilla y León conquistó, definitivamente, esta parte de España. Dos siglos largos de confusión, malaje, vida libertina y promiscuidad entre individuos de dudosa catadura y reputación, ¿verdad?, ocupantes de unas tierras que otra vez hoy, ahora, entran en conflicto. Sí, de allí venimos…
Y es que la miseria humana puede presentarse de muchas maneras y estados. “Vive en la miseria”, se dice, quién no tiene para comer o carece de lo mínimo necesario para optar a una vida digna. “Misero”, en cambio, es aquel de dudosa catadura moral. Y tiene “condición de miserable” –segunda afección de la palabra miseria en el diccionario de la Real Academia de la Lengua–, quien practica la “cobardía”, que, además es acción que “repugna”.
Alcalde de Vitigudino, Germán Vicente.
Así, pues, ya tenemos la charca semántica en la que chapotea don Germán Vicente, señor alcalde de Vitigudino; ¡del PSOE!, dígase bien alto; aunque podría ser de otro partido; del PP, por ejemplo, que regidores con cuajo y poco bonhomía los tenemos por todas partes. Y si no, que le pregunten a los vecinos de Retortillo (Salamanca, España). Según don Germán, su acuerdo con la empresa minera Berkely no tiene otras componendas que las de favorecer a los suyos; es decir, a los vecinos de Vitigudino, no vayan ustedes a pensar mal.
Y a los que van los martes a Viti de feria o a comprar, a las buenas gentes de los pueblos vecinos, a los que creen, todavía, que esta villa es un lugar noble de encuentro, que les protege… A esos, que les parta un rayo. ¡Qué grandeza la suya, señor alcalde!
Quizá, algún día, don Vicente, tenga usted la oportunidad ¡los dioses no lo quieran! de experimentar en persona la insolidaridad que practica. Su cortedad de miras no tiene nombre. Ni siquiera le exculpa, aunque fuera esta la causa, su ignorancia. Infórmese usted, señor alcalde. Consúltele, si quiere, al alcalde de Villavieja de Yeltes, don Jorge Rodríguez, que, si bien estuvo indeciso y anduvo confundido al principio, cuando la serpiente de Berkeley le tentaba y halagaba los oídos con donaciones de miles de euros para el municipio, se dio cuenta muy pronto, en cuanto profundizó en lo que significaba la apertura de la mina de uranio, que lo que procedía era ponerse en su contra. Él podrá explicarle, don Germán, por qué esta mina innecesaria –¡ni siquiera sería buena para el interés general de los españoles!–, va a traerle la ruina a la comarca.
Y usted, alcalde de pueblo principal, en vez de encabezar la defensa de una tierra dejada de la mano de dios, pero, afortunadamente y por mor de ese abandono, virgen ambientalmente todavía, y, por tanto, un tesoro natural al que lo único que le falta es ponerla en valor impulsando proyectos de desarrollo sostenible, en vez de eso, usted se deja deslumbrar por el dinero y se entrega a los mercaderes australianos –que a lo único que aspiran es a destruir lo poco puro que queda en el planeta Tierra, con tal de engordar sus bolsillos–. Sí, don Germán, usted está perdiendo la oportunidad de hacer algo importante por las personas a las que dice servir. Siendo como es Vitigudino cabeza de partido judicial, deberían, usted y sus concejales socialistas, ¡socialistas!, emplear sus energías en esta noble lucha, en vez de entregarse a los cantos de sirena que les trae el vil metal. ¡Ay, cuanta miseria moral!
Equipo de Gobierno de Vitigudino durante el pleno donde se informó del acuerdo firmado por el alcalde con Berkeley Minera S.L.
Reforeste usted si quiere, pero hágalo con y para sus vecinos. Promueva, por ejemplo, un vivero municipal que a su vez generará empleo y riqueza. Pida ayuda a dónde haga falta e intente captar recurso de Europa. Difunda la idea de la reforestación a los cuatro vientos… Pero no entregue la Dehesa municipal a unos especuladores, de dudosa catadura moral, que a tan sólo 30 Km. de donde a usted le prometen que van a plantar árboles… están arrancándolos por decenas. ¡Por miles! ¡Y son encinas sanas y fuertes! Encinas centenarias que si tuviesen que nacer hoy tardarían en crecer una eternidad. ¡Encinas vivas! ¿Dónde está su sensibilidad, señor alcalde? ¿Dónde los principios de solidaridad socialista?
Berkeley, lo crea usted o no, está perpetrando ya –y no le digo cómo quedará la comarca cuando dentro de diez años cierren la mina– una de las mayores barbaridades que pueden darse en Europa. ¡La única mina de uranio a cielo abierto en el continente europeo! Por algo será. Frente a los empleos que dice Berkeley que creará, con los que a usted y a otros ingenuos les halagan los oídos, hay que contabilizar la desaparición del balneario de aguas termales de Retortillo, a escasos doscientos metros de la mina, que a tantos miles y miles de personas le ha dado alivio; desaparecerán asimismo los bosques de alcornoques y robles, los encinares; y los recursos ganaderos no podrán comercializarse porque estarán contaminados por la radioactividad, como el agua o los pastos… Por cierto, ¿qué sentido tiene ese matadero que están construyendo a la salida de su pueblo, en la carretera de Moronta? ¿Están informados los socios de la cooperativa Dehesa Grande de lo que ocurrirá si se abre la mina? Dentro de unos años, si este proyecto minero sigue adelante, nadie querrá saber nada del vacuno, ovino o porcino que se críe en la comarca.
Rectificar es de sabios; piénselo. Denuncie esa firma que ha echado a escondidas con Berkeley y lidere usted, don Germán, la iniciativa para poner en valor la comarca. Póngase al frente de las decenas de pueblos que, por lo menos hasta hoy, dicen pertenecer “al partido judicial de Vitigudino” (no sé si en el futuro, con su acción, no dejará la gente de ir por allí) y únase a los que luchan por conservar esa tierra Gudina, joya de la naturaleza, que por azar y olvido del poderosos es hoy un paraíso natural. No permita que a este paraíso lo envenene una mina. Únase ahora a los que la defienden y, en lugar de crear división, luche para conseguir desarrollo; no entregue la tierra por unas monedas. Déjese de reforestaciones ficticias y trabaje para que esta Tierra de Nadie, ¡tan confundida siempre!, ¡tan abandonada siempre!, ¡tan original y creativa, también!, no muera por la acción sin escrúpulos de unos especuladores, a los que solo les importa el dinero, mientras convierten la comarca en desierto. Y esto será así si la mina va a adelante, diga lo que diga Berkeley.
Porque, en contra de lo que afirmaba Joseph Goebbles, una mentira mil veces repetida no será nunca verdad; no, en este caso. La mina de uranio traerá mil desgracias a esta tierra de nadie otra vez. Como en aquellos lejanos siglos X y XI, nuestra tierra volverá a ser tierra de proscritos.
SENOR ALCALDE DE VITI, NO CREO QUE LAS GENTES QUE VIVEN EN SU MUNICIPIO APOYEN SU ACUERDO, PORQUE VA EN CONTRA DE SUS NEGOCIOS, NOSOTROS LOS FORASTEROS VAMOS MUCHO POR HAY HACER NUESTRAS COMPRAS, POR LO CUAL CONTRIBUIMOS EN LA ECONOMÍA, TENEMOS NUESTRAS CASITAS Y TENEMOS NUESTROS TERRENITOS POR LO CUALES PAGAMOS NUESTROS IMPUESTOS, NO NOS DESCRIMINE PORQUE APOYAMOS EL NO A LA MINA. QUIEN VA A IR A COMPRAR A SU PUEBLO SI SE ABRE LA MINA? PIENSE.
ResponderEliminarY LO QUE ES INCREIBLE QUE VITI APOYE ESTA BARBARIDAD EN VEZ DE ESTAR CON LOS DEMAS PUEBLOS, ES UNA VERGUENZA, RECAPACITE, UNASE PARA QUE ESTO NO OCURRA, DEMUESTRE NO SER UN EGOISTA, PIENSE QUE ESTA AYUDANDO A DESTRUIR PUESTOS DE TRABAJO QUE SON REALES, NO SUPUEST0S, ESTO ES LO QUE ESTAMOS CONSIGUIENDO ENFRENTAMIENTOS ENTRE NOSOTROS MISMOS, UNASE PARA OTRAS COSAS QUE NO SEA LA DESTRUCCION DE LA COMARCA Y PIENSE EN EL FUTURO DE LOS DEMAS, RECAPACITE, OTROS LO HICIERON.
Mil, millones de gracias al articulista. Su saber sobre la Historia, su dignidad, la sabiduría del sentido común, avalados por la sana ciencia, dejan en evidencia al "Señor Alcalde" de Vitigudino. Si yo me encontrara en su lugar, correría a velocidad supersónica a ocultarme, por toda la eternidad, en la más lejana y obscura ratonera.
ResponderEliminarAhhhh,"los de Viti",cuanto tienen que aprender de los de Villavieja ;)))
ResponderEliminarAlcalde Socialista!!!,;))))),¿donde quedó la lucha por los parias de la tierra?, ¿cómo eres tan ignorante para querer alcanzar la zanahoria de Berkeley?.¿No te enseñaron en escuela que nadie da duros a 4 pesetas?. Un desgraciado como usted, entendiendose como persona caída en desgracia por su ignorancia, arrastrará a toda una zona a la miseria mas absoluta.Entendemos que cuando haya permitido este atropello y viendo lo que ha causado ,escapará a la capital o a otro lugar a pillarse un pisito con el botín por los servicios prestados. Arrieros somos, y en camino nos encontraremos.
ResponderEliminarAl alcalde lo botan sus vecinos ¿A quien representáis vosotros?
ResponderEliminarEso es lo que teníamos que hacer los vecinos con varios alcaldes y políticos ,botarlos,BOTARLOS FUERA DE LA PROVINCIA.
EliminarPero no para hacer atrocidades y el bienestar de los vecinos, que no nos olvide y no para el enriquecimiento de unos pocos.no a la mina, si a la vida.
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