SOMOS LA PRIMERA GENERACIÓN EN TENER UNA IMAGEN CLARA DEL VALOR DE LA NATURALEZA Y NUESTRO IMPACTO SOBRE ELLA.
PODRÍAMOS SER LA ÚLTIMA QUE PUEDA TOMAR MEDIDAS PARA REVERTIR ESTA TENDENCIA. DESDE HOY HASTA EL AÑO 2020, VIVIREMOS UN MOMENTO DECISIVO DE LA HISTORIA.
SE REQUIERE URGENTEMENTE UN NUEVO ACUERDO ENTRE LA NATURALEZA Y LAS PERSONAS.
Pocas personas han tenido la oportunidad de encontrarse en la cúspide de una verdadera transformación histórica. No tengo duda alguna que ese es el punto en el que nos encontramos actualmente. Nuestro planeta está en una encrucijada y tenemos la oportunidad de decidir cuál es el camino a seguir.
Por un lado, hemos sabido durante muchos, muchos años que estamos llevando el planeta al límite. Esta no es una historia de fatalidad y pesimismo; es la realidad. La disminución significativa de las poblaciones de vida silvestre que nos muestra el último Índice Planeta Vivo –una disminución del 60 por ciento en un poco más de 40 años– es un aviso desalentador y tal vez el indicador definitivo de la presión que ejercemos sobre el Planeta.
Por otro lado, la ciencia nunca ha tenido tanta claridad sobre las consecuencias de nuestro impacto. Nunca ha habido tanta conciencia –ni un aumento tan acelerado en las inversiones para encontrar soluciones.
Tenemos ya el conocimiento y los medios para redefinir nuestra relación con el Planeta. No hay excusas para no hacer nada.
No podemos seguir ignorando las señales de alerta; ignorarlas sería a riesgo propio. Lo que necesitamos ahora es la voluntad para actuar –y actuar de inmediato–.
La agenda de conservación de la naturaleza no solo tiene que ver con el futuro de tigres, pandas, ballenas y toda la extraordinaria diversidad de la vida que amamos y albergamos en la Tierra. Es más que eso. Nuestra vida cotidiana, la salud y los medios de vida dependen de la salud del Planeta. No habrá un futuro saludable, feliz y próspero para las personas que habitan el Planeta si se desestabiliza el clima, se agotan los océanos y los ríos, se degradan los suelos y se acaban los bosques, todos despojados de su biodiversidad, la red de la vida que nos sustenta a todos.
En los años venideros, necesitamos urgentemente hacer la transición hacia una sociedad que neutralice las emisiones de carbono y frene y anule la pérdida de la naturaleza –mediante la financiación verde y el vuelco hacia la energía limpia y la producción de alimentos beneficiosa con el medio ambiente. Además, debemos preservar y restaurar suficiente superficie terrestre y marina en estado natural para sostener toda la vida. Pero tenemos dos problemas principales. El primero, y tal vez el mayor, es el reto cultural. Durante mucho tiempo hemos pensado que la naturaleza es un regalo; hay que borrar esta actitud. La segunda es económica. No podemos seguir ignorando el impacto de la producción insostenible actual y los estilos de vida despilfarradores. Estos se deben tener en cuenta y enfrentar.
Este es el mayor reto y la mayor oportunidad actual y de nuestra generación: por primera vez podemos comprender en su totalidad cómo la protección de la naturaleza es también la protección de las personas. Las agendas ambiental y de desarrollo humano están convergiendo aceleradamente.
Pocas personas tienen la oportunidad de formar parte de verdaderas transformaciones históricas. Esta es la nuestra. Tenemos ante nosotros una ventana de acción que se cierra rápidamente y una oportunidad sin igual al entrar al año 2020. Es el momento en que el mundo revisará su progreso en cuanto a desarrollo sostenible mediante los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París y el Convenio sobre Diversidad Biológica. Y es el momento en el que el mundo debe acoger un nuevo acuerdo mundial entre la naturaleza y las personas, como lo hicimos en París para el clima, y demostrar realmente cuál es el camino que escogemos para las personas y el Planeta.
Hoy todavía tenemos una elección. Podemos ser los fundadores de un movimiento mundial que cambie nuestra relación con el Planeta, que nos vea garantizar un futuro para toda la vida sobre la Tierra, incluyendo la nuestra. O podemos ser la generación que tuvo su oportunidad y se quedó de brazos cruzados; que dejó desaparecer la Tierra. La decisión está en nuestras manos. Juntos podemos lograrlo –por la naturaleza y por las personas.
Marco Lambertini,
Director General
WWF Internacional
Asi es como no nos impliquemos en la lucha mal nos va ir, y el futuro un poco complicado para los que vienen detras.
ResponderEliminarNo a la mina y porque Castilla no sea un cementerio nuclear!!!
Indubitable verdad de la que quedamos advertidos por el articulista. Es el momento de tomar conciencia. Así como a mediados del siglo XIX surgió la conciencia de una JUSTICIA SOCIAL, hoy se hace necesario completarla con la JUSTICIA ECOLÓGICA, y ha de llevarlo a efecto la sociedad. Venturosamente está informada y debe actuar responsablemente y con urgencia. Hasta ahora los gobiernos no han actuado con la suficiente diligencia; más bien, el caso de Castilla y León es un lamentable ejemplo de dejación de su "indelegable deber de preservar el ambiente"; por el contrario, bajo el manido pretexto de cumplir la ley, ha permitido degradar "la integridad de la tierra" destruir su bosque natural, arrancando más de 1.500 encinas centenarias, crimen contra la naturaleza, que por ser nuestro hogar natural, es un crimen contra nosotros mismos, es decir UN CRIMEN CONTRA LA HUMANIDAD, del que tendrán que dar cuenta los responsables. A su tiempo, le pedirá responsabilidades la Sociedad. La Sociedad no debe permitir que se siga con el despropósito y destrucción.
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