Fuimos testigos del desastre ambiental que amenaza el Campo Charro
El fin de semana del 1 y 2 de abril, un equipo de naturalistas de GREFA pudimos ser testigos de uno de los mayores ataques al medio ambiente y al medio rural de los últimos años: la mina de uranio de Retortillo (Salamanca), en pleno Campo Charro. Un proyecto que, aun carente de los permisos reglamentarios, se ha iniciado llevándose por delante cerca de mil encinas centenarias, amenazando 2.500 hectáreas de un ecosistema de alto valor ambiental y una economía rural basada en la calidad de sus aguas y en la ganadería sostenible con el medio ambiente.
Alertados por las noticias que nos habían llegado por diferentes medios, desde GREFA nos pusimos en contacto la semana pasada con varios miembros de la Plataforma Stop Uranio, un colectivo formado por vecinos, ganaderos, naturalistas y profesionales del medio ambiente que tratan de parar, con gran valentía y sin apenas recursos, esta barbarie proyectada sobre una zona del Campo Charro con un alto valor ambiental, turístico y ganadero.
El panorama que nos encontramos nada más llegar al municipio salmantino de Retortillo no pudo ser más desalentador: cerca de mil encinas centenarias tronchadas por las máquinas excavadoras y troceadas por las motosierras, así como fincas expropiadas a familias que llevan toda una vida practicando la ganadería extensiva. Pero esto es solo la punta del iceberg, también pudimos ver un enorme cráter de 25.000 metros cuadrados de superficie, que será una de las 13 balsas programadas (en este caso para lixiviados químicos), y las obras para la desviación de la carretera, la cual quedará enterrada bajo una enorme escombrera, igual que lo harán los arroyos Yeltes y Caganchas.
Nos hemos quedado pasmados ante todo un catálogo de despropósitos ambientales y sociales, acometidos con total impunidad por una empresa de origen australiano (Berkeley Minera España, S.L.) que careciendo de los permisos correspondientes, ha iniciado la destrucción de hectáreas de dehesa, afectando a decenas de especies salvajes como la cigüeña negra, el galápago europeo, el milano real o el alimoche, todas ellas con precarios estados de conservación y que habían encontrado en esta comarca un excelente hábitat.
Un golpe para las economías rurales
La amenaza que se cierne sobre este pedazo del Campo Charro no es solo ambiental, lo hace también sobre una economía rural basada en una ganadería extensiva, que a lo largo de miles de años ha modelado un ecosistema único en el mundo, la dehesa, y que mantiene a decenas de familias. Fue especialmente duro para nosotros conocer el caso de un ganadero que habiendo perdido buena parte de sus tierras por las expropiaciones, tuvo que enviar al matadero más de 100 cabezas de ganado vacuno.
Pero el daño económico no acaba aquí, la mina de uranio, con sus correspondientes explosiones, polvo en suspensión y riesgo nuclear, estará a solo 300 metros de uno de los balnearios más importantes de España por su agua declarada de utilidad pública el 14 de julio de 1905 y que da empleo a más de 60 personas de la comarca. ¿Quién en su sano juicio ira a bañarse en sus aguas una vez que se ponga en marcha la mina?
Está claro que este atentado contra la vida y el medio ambiente no puede quedarse sin respuesta por parte de los colectivos ambientalistas y todas las personas con un mínimo sentido de responsabilidad hacia nuestro paisaje y biodiversidad.
Os recomendamos los siguientes enlaces para obtener más información:https://jesusenlared.blogspot.com.es/
https://m.facebook.com/StopUranioCampoCharro
http://carlosabejonmedina.blogspot.com.es/2017/03/miseria-estrategias-y-radon.html
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Y pedimos vuestra colaboración en las redes sociales para que este desastre no pase desapercibido, luchando entre todos por detenerlo.
http://www.grefa.org/48-mas-noticias/denuncias/2571-fuimos-testigos-del-desastre-ambiental-que-amenaza-el-campo-charro
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